El Cid

Rodrigo Diaz de Vivar, llamado también el Cid Campeador descendía de la noble estirpe de Diego Porcelos (fundador de Burgos).

Nació hacia el año 1043 en un antiguo barrio de Vivar llamado Villentro, junto al Sotopalacios, en “una casa grande y de fuertes tapias” donde siempre vivió su padre Diego Laínez.

Pasó su juventud durante los avatares de la guerra que llevó su padre contra los navarros asentados a pocos km de aquí, mientras se educaba en la corte de Burgos al lado del príncipe Sancho. Fernando I, antes de morir, repartió el reino entre sus hijos y así dejó Castilla a Sancho , León a Alfonso, y Galicia a García. Sancho, que era el primogénito, no quedó conforme con el reparto y arrebató los reinos a sus hermanos.

Al morir Sancho en Zamora en 1072, el Campeador tomó las medidas necesarias para entregar el reino a Alfonso, como le había ordenado Sancho en caso de muerte, según nos cuenta el Carmen Campidoctoris.

No hubo pues Jura de Santa Gadea (que tampoco se recoge en el Cantar) ni destierro por este motivo, al contrario de lo que pensamos Alfonso y el Cid mantenían una relación muy buena, mejor que con ningún otro noble de la corte, incluso llegó a diligenciar el matrimonio con su sobrina Jimena en 1074, pero ese aprecio que el rey le demostraba despertó las envidias de los nobles de la corte que veían cómo un simple infanzón se atraía toda la atención del Rey.

Y así, estos nobles acusaron al Cid de quedarse con parte de las parias o impuestos que el rey cobraba al rey moro de Sevilla (los reyes cristianos a veces concertaban acuerdos económicos con los reyes moros para mantener la paz), y así consiguieron que su amor al Campeador se convirtiese en ira y lo desterrase en 1081.

En el destierro se puso al servicio del rey moro de Zaragoza Almuntamin, hasta que en 1086 consigue el perdón del rey   y vuelve a Castilla, pero ya la relación no fue la misma y el Cid harto de esperar en Vivar que el rey le encomendase alguna misión, sale al exilio y se entregó a la conquista por su cuenta.

En 1089 el Rey reclama su ayuda en la batalla de Aledo, pero el Cid llega tarde y Alfonso vuelve a desterrarlo. Entonces se aplicó el “ira regis” sobre la familia del Cid y de manera implacable contra sus bienes.

Siguió el Cid las conquistas en el levante y logra la conquista de Valencia en 1094.

Allí gobierna la ciudad y la defiende de los almorávides contra los que no podía ni el propio Alfonso VI, y se declara como la única espada invencible contra el poder de los moros.

Muere en Valencia, por las heridas causadas en las batallas agravadas por la muerte de su hijo Diego un año antes en la batalla de Consuegra (Toledo). Doña Jimena no pudo sostener Valencia durante mucho tiempo y en 1102 abandona la ciudad y regresa a Castilla trayendo el cuerpo del Cid para enterrarlo en San Pedro de Cardeña, como era su deseo.

Hoy los restos del Campeador y su esposa descansan bajo el crucero de la catedral de Burgos desde 1921.

Timoteo Riaño